*Rogelio Javier Alonso Ruiz
Aurelio Nuño estuvo al frente de la Secretaría
de Educación Pública (SEP) desde el 27 de agosto de 2015 hasta el 6 de
diciembre de 2017, cuando el Presidente de la República decidió aceptar su
renuncia. Aunque su mandato apenas superó los dos años, durante este tiempo se
presentaron acontecimientos significativos que pusieron al descubierto, entre
otras cosas, su predilección por las cámaras y los reflectores, su ignorancia
sobre temas pedagógicos y de organización escolar y su incapacidad para
resolver situaciones problemáticas. Desde el inicio de su gestión, se decía que
su tarea principal sería la implementación de las políticas derivadas de la
Reforma Educativa, sin embargo, sus acciones caracterizadas por la negación al
diálogo y el desprecio de las críticas, hicieron que hasta la fecha esta
reforma no sea del todo aceptada por amplios sectores del magisterio y de la
sociedad en general.
En diversos momentos el hoy ex secretario dejó
entrever su desconocimiento de la realidad educativa mexicana y de conceptos
pedagógicos básicos, como quedó demostrado en la presentación del Nuevo Modelo
Educativo, documento que él mismo se atrevió a calificar como la piedra angular
de una auténtica revolución educativa. Lo que Nuño dijo sobre el documento Aprendizajes clave para la educación
integral. Plan y programas de estudio para la educación básica sacó a
relucir su profundo desconocimiento sobre nociones pedagógicas elementales:
calificó como innovadoras ideas tales como la
evaluación formativa, el aprendizaje significativo, las habilidades para
aprender a aprender o el aprendizaje como interacción social, conceptos todos
que ya se encontraban presentes entre el magisterio incluso desde hace algunas
décadas. El documento recibió severas críticas por parte de expertos en
materia, quienes advirtieron, entre otras cosas, que los principios pedagógicos
y el perfil de egreso de los diferentes niveles educativos eran prácticamente
los mismos que los ya existentes, por lo que la revolución educativa que
planteaba Nuño era una mera ilusión sin fundamentos. En suma, la supuesta
innovación de los postulados del documento presentado sólo existió en la mente
del entonces secretario.
Otro hecho que puso de manifiesto la
ignorancia del secretario en torno al funcionamiento de las escuelas sucedió a
finales de 2016, cuando a través del comunicado 493 estableció las intenciones
por practicar una estrategia de reconcentración de las escuelas más dispersas,
con menos alumnado y en poblaciones más pequeñas del país. Si bien esta
iniciativa, que fue llevada a pilotaje en algunas entidades, tenía evidentes
justificaciones económicas, recibió objeciones considerando argumentos que
quizá el entonces secretario no contempló, o no conocía, sobre la dinámica
escolar: propiciaba el desarraigo de la escuela con la comunidad de procedencia
del alumno, impedía la interacción del centro escolar con los padres de familia
y dificultaba la asistencia a clases de las niños provenientes de los estratos
sociales más desfavorecidos, entre otros. Quizá por desconocimiento o quizá por
ignorancia, se antepusieron los intereses administrativos a los académicos y
escolares. La reconcentración de escuelas en contextos urbanos también ha ido
tomando fuerza, dejando pasar así una oportunidad valiosa para, aprovechando la
disminución de la población infantil, formar grupos escolares con menos
integrantes y más propicios para un trabajo adecuado.
La gestión de Aurelio Nuño al frente de la SEP
también quedará marcada por el desmantelamiento de una de las instituciones más
importantes y de mayor tradición de la educación mexicana: la Escuela Normal.
Durante su mandato, se dio continuidad a un proceso de reducción de la
matrícula normalista, que ha llevado a perder más de una cuarta parte (28.6%)
del alumnado de 2012 a 2016, fenómeno totalmente desproporcionado a las tasas
de disminución de la población infantil y juvenil del país. Los golpes al
normalismo se han concretado en el Nuevo Modelo Educativo, anunciado por Nuño,
en el cual la SEP determina que las opciones para laborar en el magisterio se
abren no sólo a los egresados de carreras normalistas, sino también
universitarias. Esto pone en una clara desventaja a las Escuelas Normales, pues
sus egresados tienen un campo laboral más limitado que los de las universidades.
Así pues, es lógico que las carreras normalistas poco a poco dejarán de ser
atractivas para los jóvenes mexicanos, representando esto una posible extinción
de las instituciones formadoras de maestros más importantes del país.
En el ámbito político, el tiempo que Aurelio
Nuño estuvo en la SEP puso de manifiesto su incapacidad para mediar y resolver situaciones
de conflicto. La cerrazón para mantener el diálogo con voces disidentes
propició que los conflictos se agudizaran, sobre todo aquellos relacionados con
la implementación de las políticas derivadas de la Reforma Educativa. Tal fue
su desprecio por las ideas de los opositores que únicamente accedió al diálogo
condicionando, desde un inicio, las conclusiones del mismo: “si el diálogo es
(…) para querer hacer un debate sobre la reforma, es un diálogo que no tiene
sentido. Nosotros abiertos al diálogo, pero a un diálogo sobre cómo implementar
la Reforma Educativa”, dijo el ahora exsecretario en octubre de 2015. Estas
palabras dejan entrever una naturaleza terriblemente antidemocrática y hasta
infantil: acceder a debatir ideas poniendo como condición el triunfo de las
propias.
Así pues, los conflictos magisteriales, lejos
de disminuir, se agudizaron con la presencia de Aurelio Nuño y sus actitudes arrogantes
y soberbias. Las protestas magisteriales fueron escalando y encontraron su
punto crítico en el enfrentamiento en Nochixtlán, Oaxaca, en junio de 2016,
donde el operativo por parte de la Policía Federal dejó como saldo al menos
seis muertos y un centenar de heridos entre los padres y maestros que
protestaban contra la Reforma Educativa. Aunque de manera indirecta, se puede
decir que la incapacidad de Nuño Mayer para negociar y quitar presión a los
conflictos sociales llevó a que las diferencias se dirimieran con balas y vidas
humanas de por medio.
En su paso por la Secretaría de Educación,
Nuño Máyer demostró también su predilección por los reflectores, las cámaras y
la simulación en los medios de comunicación. Una de las “producciones
televisivas” más importantes del ex secretario fue el enaltecimiento de un
profesor oaxaqueño, quien en mayo de 2016 dio clases en plena calle (con
cámaras de por medio, desde luego) cuando sus compañeros disidentes habían
cerrado su escuela protestando por la implementación de la Reforma Educativa.
El docente recibió la llamada de Aurelio Nuño, quien incluso le transmitió las
felicitaciones por parte del Presidente de la República. La noticia se propagó
en diversos medios, al grado de ocupar la primera plana de algunos periódicos
de circulación nacional. Meses después, se supo que el maestro encumbrado había
pasado cerca de 15 años fuera de las aulas por problemas de alcoholismo y ni
siquiera tenía la carrera terminada, mucho menos cédula profesional. Parece que
el casting de aquella producción no
fue tan cuidadoso.
El caso más emblemático de adicción por las
cámaras y los reflectores sucedió durante el sismo del 19 de septiembre de
2017, cuando Nuño, cual político oportunista, pasó varias horas en las
inmediaciones de las ruinas del Colegio Enrique Rébsamen, esperando el rescate
de Frida Sofía, una niña que en realidad nunca existió. Las cámaras y los
reporteros (de Televisa, sobre todo) estaban listos, la nota (o spot, como quiera verse) sería perfecta, pero nunca logró
realizarse: el Secretario de Educación, saliendo de entre los escombros con la
pequeña estudiante entre los brazos, simbolizando, quizá, la gesta heroica de
Nuño en favor de la educación, la niñez y la juventud mexicana. Al saberse la
inexistencia de la niña, el entonces secretario se retiró silenciosa y
cobardemente, dejando a los rescatistas la responsabilidad de explicar lo
sucedido y asumir la responsabilidad por la “confusión”.
Desafortunadamente para la educación mexicana,
el paso de Aurelio Nuño por la Secretaría de Educación fue infructuoso y hasta
dañino. No hay logros importantes en su gestión y, si los hay, seguramente ya
fueron cacareados debidamente en spots oficiales. Aunque fue poco el tiempo en
el cargo, no se observaron cambios significativos en el ámbito educativo, mucho
menos voluntad para realizarlos. El puesto, pareciera, fue utilizado entre
otras cosas para promocionarse en aras de metas políticas personales. Su
desempeño fue el típico de un funcionario de escritorio, distante de la
realidad educativa cotidiana. Su incapacidad para escuchar críticas y propiciar
puntos de acuerdo con las voces opuestas ha generado que el emblema de la obra
educativa de este gobierno, la Reforma Educativa, sea ampliamente rechazada por
buena parte del magisterio y del pueblo en general. Así pues, la salida de
Aurelio Nuño y el recuento de su gestión, hacen evidente la necesidad de que el
cargo sea ocupado por alguien que conozca el sistema educativo no sólo visto
desde arriba, desde la óptica gubernamental, sino también desde sus entrañas,
desde lo cotidiano en las escuelas; alguien que reconozca en los hechos, y no
sólo en los discursos, la labor de sus principales aliados: los maestros;
alguien que se haya paseado por los pasillos de una escuela pública y no
necesariamente acompañado de cámaras y micrófonos.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.)
y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
Es lncreible Q este Sr Aurelio Nuño no tenía ni título , pero lo puso otro igual deburro Todo con de caso
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